Poco antes de que se jugase la final de la Copa del Mundo, Antoine Griezmann salió a defender el estilo del entrenador Didier Deschamps. El cerebro francés no estaba dispuesto a quedarse callado ante los que tachaban el juego de Les Blues como el antifútbol.
“Deschamps es como (Diego) Simeone, quiere ganar”, replicó el delantero galo a varias de las figuras belgas que cuestionaron lo defensiva y mezquina que fue la selección francesa en su victoria por 1-0 en semifinales. Griezmann se refería al timonel argentino que conduce a su club Atlético de Madrid, conocido por imponer una defensa sólida y punzantes ataques directos, sin ornamentos.
Sin exhibir un fútbol vistoso, de tenencia de la pelota o de toques a ultranza, pero con la idea y autoridad que le imprimió Deschamps desde el banquillo, una Francia bien resguardada y eficaz en ataque terminó levantando su segunda Copa del Mundo, en una cita en la que varios de los grandes favoritos naufragaron temprano y astros como el argentino Lionel Messi se fueron con más pena que gloria.
Y ojo: Francia fue una de las selecciones más jóvenes en Rusia, con un promedio de edad de 25 años, por lo cual el monarca puede seguir soñando muy bien en extender su hegemonía en los grandes torneos futuros, con el joven astro Kylian Mbappé a la cabeza,.
Fue un año en que otro estratega francés, Zinedine Zidane, prolongó el reinado del Real Madrid en la Liga de Campeones, antes de marcharse sorpresivamente, y en el que se rompió el duopolio ejercido por Messi y Cristiano Ronaldo como los mejores del planeta en la última década.
En el 2018 el Balón de Oro recayó en el incansable croata Luka Modric, quien ayudó a su país a alcanzar por primera vez la final mundialista y volvió a coronarse campeón de Europa con el Real Madrid.
Modric sumó un logro más en diciembre, cuando alzó el trofeo del Mundial de Clubes, donde el Real Madrid se coronó ya sin Zidane y con el argentino Santiago Solari en el banco.
River Plate, dirigido por Marcelo Gallardo, se alzó posiblemente con la final más importante de su historia que le permitió conseguir la cuarta Copa Libertadores a costa de su eterno archirrival Boca Juniors, en un desenlace inédito del máximo torneo continental que fue empañado por la violencia en el fútbol argentino.
El partido de vuelta debió jugarse en Madrid, tras el empate 2-2 en el choque de ida en el estadio de Boca, a raíz del ataque de un grupo de hinchas contra el autobús de los jugadores xeneizes cuando se dirigían al estadio de su adversario.
Después del escándalo de la final, en la que las fuerzas de seguridad quedaron en la mira por el deficiente operativo en el Monumental, el gobierno reflotó un viejo proyecto que eleva las penas para hechos de violencia en espectáculos deportivos y aspiraba a aprobarlo antes de fin de año. Pero a causa de algunos artículos controvertidos se sigue discutiendo en comisión.
La gloria le duró poco a River que días después de su consagración en Madrid se marchó eliminado del Mundial de Clubes al caer en penales ante Al Ain de Emiratos Árabes Unidos, que asombró al llegar hasta la final que perdió con el Madrid.
En Rusia, la selección de Deschamps resultó la más consistente y sólida en todas las facetas del juego.
“Hay muchas formas de ganar y Francia lo hizo al mostrarse más eficaz”, señaló Deschamps, mencionando que marcaron 14 goles. “Fuimos capaces de anotar en ataques rápidos y bien armados. Fuimos mejores que los otros. Esa es la realidad”.
“En 2010, los españoles fueron campeones con un juego estético que recibió todos los elogios. (Pero) Solo anotaron ocho goles”, agregó al diario Le Monde.
Francia explotó literalmente en los octavos de final cuando dejó en el camino a Argentina al vencerla 4-3, con un doblete de Mbappé, lo que representó otra gran frustración para Messi que siguió sin poder trasladar sus éxitos de club a la selección.
Otros favoritos, como Alemania que defendía el título, Portugal –con Cristiano Ronaldo y actual monarca de Europa– y España también eran eliminados en la misma instancia, una suerte que corrió después, en cuartos, el Brasil de Neymar a manos de Bélgica. Dos poderosas selecciones, la cuádruple campeona mundial Italia y Holanda no lograron clasificarse.
Otrora capitán y líder moral que ayudó a la primera conquista de Francia en 1998, Deschamps se convirtió en el tercero en la historia del fútbol en ganar la Copa del Mundo primero como jugador y luego como técnico dos décadas después, emulando al brasileño Mario Zagallo y al alemán Franz Beckenbauer. El éxito del entrenador galo de 50 años llegó después del duro golpe que representó el haber perdido en casa la final de la Eurocopa en 2016 ante Portugal y la eliminación en los cuartos del Mundial de Brasil dos años antes.
“A base de trabajo duro y continuidad, se logró todo este éxito”, dijo Mbappé, quien se consagró como el mejor jugador joven en Rusia. “Él supo unirnos, generar un espíritu de equipo. Todos colaboraron”.
Mientras Deschamps y sus dirigidos recibían la Copa del Mundo en medio de un diluvio en Moscú, otro técnico francés había festejado antes un hito importante a nivel de clubes. Zidane, compañero de Deschamps en la selección francesa en 1998, guió al Real Madrid a la conquista de su tercera Liga de Campeones seguida, algo que nadie había conseguido desde que el torneo cambió de formato en 1993. Fue la 13ra consagración de los merengues en esa competencia.
“Este equipo debe seguir ganando y necesita un cambio”, declaró Zizou al dejar sorpresivamente el banco del club en que también brilló como jugador. Fue una decisión impulsada por el desgaste y las críticas que se sucedieron debido a un mal comienzo de campaña en la Liga Española, que terminó ganando su archirrival Barcelona.
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