Cuando era niño, a Zack Britton le encantaba comer concón, como se le dice en la República Dominicana a la capa crujiente que se forma en el fondo de una cazuela de arroz. Britton también solía incomodar a algunos de sus parientes dominicanos con su costumbre de sacarles las pasas a sus empanadas. Y mantenía una relación estrecha con su bisabuela dominicana, pese a que ella solamente hablaba español y él solamente inglés.
Tan íntegra era la cultura dominicana en su vida cotidiana que Britton nunca se detuvo a ponderar que, para la mayoría de la gente, no parecía dominicano.
El zurdo de los Yankees, quien nació y se crio en Los Ángeles, tiene raíces dominicanas por parte de su madre, aunque en su tez y en sus rasgos se parece más a su padre, que es de origen alemán e irlandés. Pero no fue hasta que Britton llegó a la liga de novatos en el 2006 que comenzó a llamar la atención por ello.
“Cuando niño, no pensaba en eso. Era algo normal”, dijo Britton. “Más bien fue cuando llegué a la pelota profesional que la gente empezó a decirme, ‘No puede ser’”.
Britton recuerda lo mucho que se sorprendieron sus compañeros de equipo latinos en aquel entonces cuando se enteraron de que entre las comidas favoritas del serpentinero se encuentran el moro y el pollo guisado.
“Preguntaban, ‘¿Cómo sabes lo que es eso?’” recuerda Britton.
Años después, los jugadores dominicanos, tanto compañeros de equipo como contrarios, no dejan de asombrarse y alegrarse cuando se enteran de que Britton tiene raíces en el país caribeño. Britton todavía se ríe cuando habla de la reacción del Salón de la Fama Vladimir Guerrero, con quien jugó en los Orioles como novato en el 2011.
“Empezó a decírselo a todo el mundo … Nadie lo creía, así que mi mamá tenía que hablar”, rememora Britton.
El segunda base de los Mets, Robinson Canó, y ex cañonero de los Medias Rojas, David Ortiz, tuvieron reacciones parecidas.
“Ortiz se enteró y empezó a divulgar eso por toda la liga y luego Canó, [los tres] fuimos compañeros en un Juego de Estrellas [en el 2016]”, dijo Britton. “Pensaron que era algo bien chévere”.
“Nosotros los dominicanos siempre nos sentimos como orgullosos cuando escuchamos que otro dominicano hace cualquier tipo de trabajo, y más en la pelota”, expresó Canó. “Nosotros súper contentos.
“Nadie sabía nada. Todavía, si él no lo dice, nadie se da cuenta”.
La sorpresa se debe en parte a que Britton no habla el castellano, aunque estuvo expuesto al idioma desde pequeño. Su mamá veía programas de televisión en español. Y español era el idioma que Britton escuchaba cuando hacía algo indebido.
“Yo entendía más cuando estaba con mi mamá todo el tiempo cuando estaba hablando español”, recordó Britton. “Se enojaba conmigo y me regañaba en español”.
Pero eso no impidió que Britton tuviese una relación con su bisabuela, a quien consideraba su abuela. (Su abuela falleció de cáncer de ovario cuando Britton era un bebé.)
“A cada rato la íbamos a ver. Nos hacía comida dominicana. Simplemente era algo normal”, dijo Britton acerca de su bisabuela. “Teníamos una gran relación con ella, aunque había esa barrera del idioma”.
Cuando la familia de Britton se reúne para los días festivos, alguien hace empanadas – algunas con pasas y otras sin ellas.
“En la casa, ven con malos ojos que uno saque las pasas”, bromea Britton.
La familia de Britton emigró a Estados Unidos a raíz de la Guerra Civil Dominicana (el primer esposo de su abuela murió en combate) a mediados de la década de los 60 y se estableció en Nueva York, donde creció la madre del lanzador. Algunos primos de Britton – muchos de los cuales son fanáticos de los Yankees – aún viven en la isla, en Santo Domingo. Britton se comunica con ellos mediante Facebook. Por lo general, le envían mensajes cuando lanza. Su madre se los traduce.
“Quiero sacar tiempo para aprender español y así poder ir y conversar y escuchar historias en sus propias palabras, sin que tengan que ser traducidas”, contó Britton.
Britton, de 31 años, celebró sus raíces dominicanas el año pasado durante el Players’ Weekend (Fin de Semana de Jugadores), cuando decidió usar el apellido de soltera de su abuela, Anglada, en su uniforme. Y aunque no lanzó en el Clásico Mundial de Béisbol en el 2017, tenía invitaciones de las selecciones estadounidense y dominicana.
Los padres de Britton y sus dos hermanos mayores todos han visitado la República Dominicana. Uno de sus hermanos, Buck, un infielder/jardinero que disputó nueve temporadas de liga menor en las fincas de los Orioles, Dodgers y Mellizos, también jugó en la pelota invernal dominicana por los Tigres del Licey y los Leones del Escogido. Buck se reincorporará a los Leones este invierno como coach de control de calidad.
De su parte, Britton no tiene recuerdos de haber visitado la isla. Pero ahora que tiene tres hijos pequeños, quiere asegurarse de que en algún momento pisen suelo quisqueyano.
“Quiero que todo el mundo vaya, que conozcan ese lado de la familia”, aseguró Britton.
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