Mientras el coach de bateo de los Bravos, Kevin Seitzer, hablaba sobre un ajuste en la mecánica que hizo recientemente el venezolano Ronald Acuña Jr. en medio del bache ofensivo que está atravesando, en un momento cambió el tono para decir lo siguiente: “Espero que dé un jonrón más. Pienso que eso va a mejorar muchas de las cosas que están pasando”.
Acuña no tuvo éxito el martes en su búsqueda de los 40 jonrones durante la derrota por 5-4 ante los Filis, pero con su base robada número 37 se puso un paso más cerca del 40-40.
Con 10 juegos restantes, Acuña está a un cuadrangular y tres bases robadas de convertirse en apenas el quinto jugador en la historia de las Grandes Ligas con 40 vuelacercas y 40 bases robadas en la misma campaña. No hace mucho, parecía un hecho que el joven de 21 años iba a lograr el histórico logro.
Pero el camino de Acuña hacia los libros de récords ha bajado de velocidad debido a un OPS de .665 en sus últimos 31 partidos. Sólo otros 10 bateadores de la Liga Nacional empezaron la jornada del martes con una marca igual o peor en ese lapso.
“Nunca he sentido presión, ni cosas así”, aclaró Acuña. “Si no lo logro, no lo logré. Así es como lo veo. Nunca he sentido presión, así que no creo que me vaya a sentir distinto si pasa algo así”.
Ha habido algunos episodios recientes cuando pareció que Acuña iba a explotar otra vez y resumir el tipo de producción ofensiva que mostró antes de que su candidatura al Jugador Más Valioso empezara a desvanecerse en agosto. El patrullero jonroneó dos veces y pegó tres hits durante el último encuentro de la serie de cuatro en Filadelfia. Su doble en el quinto inning del duelo del martes salió a 114.5 millas por hora de su bate.
Pero Acuña ha tenido problemas para producir de forma consistente durante este último mes. Además de batear para .190/.293/.372 en sus últimos 31 partidos, tiene una tasa de ponches de 32.9%. Antes de que empezara este bajón, se ponchó en el 24.3% de los 558 sus visitas al plato, con .921 de OPS en 120 juegos.
“Creo que hace un par de semanas estaba haciendo swing muy fuerte cuando se estaba acercando (a los 40 vuelacercas)”, comentó Seitzer. “Pero no veo eso ahora. Dio un jonrón en Filadelfia y casi conecta uno en Washington. En mi opinión, está cerca de encenderse otra vez. Sólo quiero que dispare uno más. Podría ayudarlo a descansar la mente un poco”.
Cuando Acuña bateó su 35to cuadrangular el 15 de agosto, llevaba ritmo para cerrar el año con 46 bambinazos. En ese momento, tenía un jonrón por cada 10 turnos desde el Juego de Estrellas (32 juegos). Pero en sus últimos 113 turnos, ha dado apenas cuatro vuelacercas, uno cada 28.3 veces al bate.
Sin embargo, aunque los cuadrangulares y las bases robadas vayan a acaparar la atención mientras siga la búsqueda del 40-40, el principal objetivo de los Bravos es que Acuña recupere su nivel antes de que llegue la postemporada y reciba otra oportunidad de demostrar por qué es uno de los jugadores más electrizantes del momento.
“Yo siempre me siento bien”, reiteró Acuña. “Es sólo que el béisbol es así. Algunas veces no puedes batear. No me están saliendo las cosas. Como he dicho antes, los pitchers también tienen días buenos”.
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